Atiende en las urgencias de Atención Primaria y es una eminencia en enfermedades tropicales, que lleva investigando desde hace 15 años. Miriam Navarro (Alicante, 1974), doctora en Salud Pública, investigadora en la Universidad Miguel Hernández de Elche y colaboradora de distintas ONGs, sabe lo que es atender al paciente que entra por la puerta del centro de salud en Alicante pero también tratar a colectivos vulnerables en Argelia, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Bolivia o Argentina. También en España a los que más han sufrido los recortes de los últimos años en la sanidad pública.
Médica vocacional, Navarro defiende la necesidad de que las administraciones pongan el acento en los condicionantes sociales para la salud: la renta, el género, disponer de una vivienda digna y una fuente de calor en invierno… Repite una frase que ha hecho fortuna entre los profesionales de la atención primaria, que es la puerta de entrada a la sanidad: "El código postal influye más en la salud que el código genético del paciente".
Si ella fuera presidenta, empezaría por intentar reducir las desigualdades sociales, por justicia, pero también porque es una forma de "mejorar la salud pública", inyectaría recursos en la atención primaria e intentaría proteger el medio ambiente: "No lo queremos ver pero está influyendo enormemente en nuestra salud". También priorizaría revertir los recortes: "Ahora la sanidad es pública pero no universal".
Ha vivido de cerca las consecuencias de las barreras que durante los años más duros de la crisis se impusieron en la sanidad pública para que los inmigrantes tengan más difícil recibir atención. ¿Qué ha visto?
Claro, con el Real Decreto-Ley 16/2012, se excluyó a cientos de miles de personas del derecho a recibir atención sanitaria, y uno de los colectivos que más notó ese cambio fueron los inmigrantes. Hubo personas recién llegadas que no tenían derecho a acceder al sistema sanitario y otros que llevando aquí muchos años, lo perdieron. Hubo gente que dejó de ir a las citas médicas o de recibir un tratamiento adecuado. Y además hubo mucha desinformación sobre qué derechos tenían como pacientes. Pongo un ejemplo: una de las excepciones a la hora de acceder al servicio sanitario era que si alguien tenía una patología crónica que había sido diagnosticada antes de entrar en vigor ese real decreto, seguía teniendo derecho a un seguimiento médico, a pesar de no tener tarjeta sanitaria. Había personas con cardiopatías, por ejemplo, en el caso de la enfermedad de Chagas [en la que Miriam Navarro es una de las mayores expertas] que dejaron de ir a sus controles médicos porque creían que habían perdido ese derecho, con las consecuencias que eso tiene para la salud.
¿Ha visto miedo en esos colectivos como consecuencia de tener vetada la sanidad?
Sí, había miedo a ir a Urgencias porque pensaban que les iban a hacer firmar la carta de pago y ellos no tenían dinero y miedo a que su situación irregular fuese denunciada. La salud de algunas personas se ha visto mermada por culpa de estas medidas. El movimiento Yo Sí Sanidad Universal era necesario, y lo sigue siendo.
Todos estos cambios han afectado a las poblaciones más vulnerables y uno de los colectivos que más lo han sufrido son los inmigrantes, y dentro de este grupo, las mujeres. Otro determinante que influye en la salud es el género. Ser mujer nos da peores papeletas y, claro, las mujeres inmigrantes en situación irregular son las que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad.
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